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Abu Simbel es una parada obligatoria en cualquier tour por el país de los faraones. Su estado de conservación y su interés como lugar sagrado, nos abren una ventana al Egipto más místico. Te contamos todo lo que debes conocer antes de preparar tu visita.
 
Gracias libros como Muerte en el Nilo de Agatha Christie o películas como La momia, Egipto es un destino muy presente en el imaginario de cualquier viajero. Todos queremos sentirnos como los descubridores de la tumba de Tutankamón o como la reina Cleopatra. Hay un sitio clave para que nuestro viaje al país africano sea inolvidable.  Ese es el templo de Abu Simbel
Abu Simbel es el lugar soñado por cualquier aspirante a Indiana Jones, un homenaje a los deidades del panteón egipcio y al faraón Ramsés II, que quería equipararse a los dioses. El conjunto arquitectónico de Abu Simbel fue levantado en honor al regente y su esposa Nefertari, tras la victoria egipcia en la batalla de Kadesh, en el siglo XIII a. C. La importancia de este enfrentamiento reside en que es la primera batalla documentada de la historia.
 
Abu Simbel tardó 20 años en construirse y se dedicó al culto del faraón deificado, así como a los dioses Ra, Amón y Ptah. Los súbditos egipcios visitaban el templo para rendir pleitesía al soberano y hacer ofrendas. Rezaban por el bienestar de su señor y su país, pero también hacían ritos para pedir favores personales.
El complejo de Abu Simbel está formado por dos templos, aunque la imagen más conocida es la fachada del Gran Templo, presidida por los cuatro colosos de Ramsés II. Unos gigantes que observan a los minúsculos turistas desde 20 metros de altura. Fueron esculpidos directamente en la roca donde se excavó el santuario.
 
Por desgracia, uno de ellos «perdió la cabeza» durante un terremoto, aunque su rostro puede observarse hoy a los pies de la estatua. A sus pies se encuentran figuras menores, no más altas que la rodilla del faraón. Éstas representan tanto a la corte del faraón como a sus enemigos conquistados, los nubios
El interior del monumento principal es como un oasis en medio del desierto. El frescor del ambiente y la inmensidad del lugar calman el alma excitada del viajero. El camino hacia el santuario, la parte más sagrada de Abu Simbel, está guardado por estatuas de diferentes dioses.
 
Las paredes están decoradas por exquisitos jeroglíficos hechos por los artesanos más cualificados. También destaca la imagen del faraón sobre su carro persiguiendo a los guerreros hititas en Kadesh. En Abu Simbel estamos ante pura historia.
 
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